UNIVERSO MANDALA

Publicado en por Lic.Mario Tornielli

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Emblema, instrumento que en diversas lenguas de la península indostánica significa "círculo".

Los mandalas son en rigor diagramas geométricos rituales: algunos de ellos corresponden concretamente a un atributo divino determinado; otros son la manifestación de cierta forma de encantamiento (mantra). Se usan como instrumento para concentrarse y para acceder a estadios superiores de meditación (sobre todo en el Tíbet y en el budismo japonés. Su antiguedad se remonta al menos al siglo VIII A.C.

Carl G Jung los describe como cuadros representativos ideales y personificaciones asi mismo ideales que se manifiestan en los tratamientos psicoterapéuticos, interpretándolos como símbolos de la personalidad en el proceso de la individuación. (Enciclopedia Universidad de Salamanca)

 

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Mi viaje a través del círculo, así comencé a trabajar el círculo sin darme cuenta. Una sucesión interminable de pequeños círculos dentro de un contorno que finalmente adquiere un significado.

Luego fui viviendo simplemente y volviendo a la necesidad de encontrarme con los círculos y comencé a dibujar círculos con telas de araña en su interior al pie de cartas que escribiera a mis más íntimos.

 

 

 

 

 

 

 

 

Más tarde conocí los mandalas y caí en la cuenta de que yo estaba creando mis propios mandalas. Llevando mi mundo interior a un papel o una tela en la que he pintado el lado más dulce y también el más sombrío de mi corazón. Fui aprendiendo el significado de los colores de mano de gente entendida y conociéndome a mí mismo, algunos minutos de conversación con Agó Páez me ayudaron a interpretar años de mi vida a través de la magia de los colores.

Hoy involuntariamente me encuentro con la secuencia de pequeños círculos dentro de un contorno, como lo hacía en un comienzo tan ingenua e inconscientemente. Ello significa ni más ni menos que el círculo y los mandalas en particular nos ayudan a saber quienes somos y por qué somos de la manera que somos.

 

mandalas-001.jpgNo tengo muletas ni bastón, sólo tengo mandalas creados por mi mente, mi cuerpo y mi espíritu, hacen que me sostenga sabiendo perfectamente donde está el centro y como continuar caminando hacia él sin perderme, ni perder mi  tiempo ni malgastar mi aliento y mi inspiración.

 Mis mandalas son un bálsamo que han traido sentido y explicación a todo aquello que en mi vida parecía vago y disparatado. Entiendo que por más que muchas veces intentemos ser racionales y no emocionales y no querer ver nuestro arte y nuestra creatividad, el arte se escapa y nos muestra lo tanto que somos cuando no nos entregamos a dejar vivir y volar nuestra creatividad.

 

Si hay placer, hay arte, si hay dolor, hay arte, si hay un ser humano debe haber arte y si no, no hay tal ser humano.

 

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El hecho de respirar es inherente al ser humano, cada uno de nosotros con su impronta. Cada uno sabe cuanto puede saber de sus características más íntimas, o cuanto quiere saber. El resultado final es que todos tenemos una médula. Identicamente ocurre con los mandalas, ahí están escondidos en cada uno de nosotros y depende de la voluntad que cada uno tenga de dejarlos salir al exterior o permanecer allí dentro sin necesidad de compartirse con el resto de la gente. Lo cual está claro , el hecho de compartir o no nuestros mandalas interiores es absolutamente respetable en un sentido o en el otro. En la experiencia de quienes han dejado escapar sus mandalas al mundo exterior, así como en mi experiencia personal, es de total regocijo. Es decir, de placer por poder compartir la alegría o la tristeza con quienes observan nuestros círculos mágicos.

 

Mis mandalas te cuentan acerca de la energía que corre por mi cuerpo y espíritu en un momento histórico determinado y también me lo cuenta a mi mismo una vez que la obra ha sido acabada. Es mi terapia, mi tranquilidad y mi espejo de rumbos y sentidos. Muchas veces no puedo ver claro el camino y no es hasta que largo mi círculo mágico a la vida que puedo saber si algo anda mal o algo anda bien.

Por lo tanto la idea principal que me interesa contar a todos, es la de que todos tenemos estas cosas locas allí en nuestro interior.

No importan los medios utilizados para crear los mandalas, sólo es necesario tener delimitada la esfera en la cual pariremos nuestra realidad interior. Después los colores serán elegidos y en su caso más tarde podrá hacerse un análisis de nosotros a través del por qué de la elección de dichos colores. En el caso de no tener colores, serán básicamente la forma o los dibujos que observaremos en el universo creado los que nos hablarán de nosotros mismos.

 No me es fácil explicar acerca de mis mandalas, cuando me preguntan acerca de técnicas o el por qué de determinados diseños. Puedo dar mil explicaciones acerca de la existencia de los mandalas en el mundo o en la historia pero siempre terminaré diciéndote que mis mandalas son nada más que mi estado de ánimo y físico al momento de crearlos.

 

Son simplemente yo mismo,  en ese momento. De manera que personalmente me sirvieron en ese momento de creación como fuente de paz, es como crear un brete en un determiando espacio de tierra y meterse dentro y comenzar a correr y no parar hasta que el cansancio sea la manifestación del surgimiento de la tranquilidad y de la satisfacción por haber andado incansablemente en un sentido y en otro.

Imagino que si un animal suelto en un brete en el campo fuera dejando huellas de cada uno de sus movimientos cuando es gritado y apabullado por los ruidos y estímulos que vienen de fuera del brete, entonces tendríamos un hermoso mandala creado por esa bestia que guiada por las cisrcunstancias presente realizó tales o cuales trazos en el círculo que en ese momento era su mundo.

 

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Esto es lo que me ocurre a mí cuando me veo reflejado en mi eje en mi centro. Desde otro ángulo sobre el mismo asunto o sobre el mismo mandala quien lo observa podrá recibir también paz y tranquilidad al meterse unos minutos dentro del mandalay recrear allí dentro su mundo, representando sus elementos presentes en el dibujo de acuerdo a su percepción. Cada persona encontrará diferentes interpretaciones de un mismo mandala, pero el resultado ha de ser el mismo, de paz y la sensación de realizar un viaje por el mundo que cada uno quiera crear allí dentro hasta que se canse de viajar,  de caminar, de correr y de volver a andar, hasta que la existencia misma se vuelva armonía y los sentidos se encuentren en sintonía con el cuerpo y el espíritu. 

Igual le ocurre al animal de mi relato anterior, correrá dentro del brete hasta que descubra que es suficiente el gasto de energía y que la tranquilidad ha ganado su cabeza.

 

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Es una experiencia personal , única e intransferible la de crear un mandala, por lo tanto erramos el camino cuando le preguntamos a quien lo creó, cuál es el sentido o el fin de su obra. Pues tenemos que entender que son maneras de sentir, puramente sensaciones traducidas al color y la forma.

Preferiría que los que se chocan en su vida con mis mandalas se limitaran a sentir, observar y viajar dentro del círculo. 

Encuentro absolutamente innecesario en el mundo de los mandalas a las palabras habladas. No importa tratar de expresar verbalmente el sentir, que ha de ser único y probablemente muy difícil de exteriorizar. Sólo me interesa que sientan, vivan su viaje, sueñen y estén por un momento en contacto con su centro propio a través de los límites del círculo que yo modestamente planteo. 

¿Para qué hablar de los mandalas?

Son colores y formas como resultado de una sensación, de lo contrario estaríamos hablando de poesía, que necesita ser leída para ser sentida. Acá no ocurre así, vamos directamente al sentir sin escala en la palabra hablada o leída.

 

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